Caparzo, de orígenes desconocidos, se vincula a interpretaciones como "Ca' Pazzo" o "Caput Arsum". Fundada en los años sesenta por entusiastas de la Toscana, la bodega floreció en Montalcino, consolidándose en el mercado del Brunello. En 1998, Elisabetta Gnudi Angelini transformó la propiedad, fusionando tradición e innovación para producir vinos de alta calidad que reflejan el excepcional terruño.
Los orígenes del lugar llamado Caparzo siguen siendo desconocidos. Según algunos, el nombre deriva, como muestran los mapas antiguos, de Ca' Pazzo; según otros, el término debería derivar del latín Caput Arsum, que indica "lugar tocado por el sol". La historia de Caparzo se remonta a finales de los años sesenta, en los albores del Brunello di Montalcino, cuando un grupo de amigos, aficionados a la Toscana y al vino, adquirieron una antigua ruina con viñedos en Montalcino. La finca se renovó, se modernizó y se plantaron nuevos viñedos. En poco tiempo, Caparzo se dio a conocer en el mercado del Brunello. En 1998, 30 años después de que se plantaran las primeras hileras de viñedos, la explotación llegó a un punto de inflexión cuando Elisabetta Gnudi Angelini adquirió Caparzo. Con la ayuda de su hijo, Igino, y de su hija, Alessandra, llevó a cabo de inmediato su objetivo: combinar tradición e innovación para crear un vino de alta calidad que sea la expresión de un territorio excelente.
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